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El género documental (página 2)



Partes: 1, 2

  1. Definir al
    documental.

Llegado este punto, luego de haber repasado a grandes
rasgos la historia del género
documental, vale la pena hacerse la siguiente pregunta:
¿Qué es un documental?

Una pregunta en apariencia sencilla, que debería,
por lo tanto, tener una respuesta sencilla. Pero a la hora de
definir, nada es lo que parece y todo es más
difícil de lo que se suponía.

1.2.1 En el imaginario social.

Para entender la percepción
común del público sobre el género, se puede
comenzar por retroceder a la era pre-Moore del género, y
recordar que cuando uno decía la palabra documental se
pensaba casi automáticamente en los ya mencionados
Discovery Channel, Animal Planet o People & Arts, y si uno
era más memorioso podía llegar hasta recordar las
últimas épocas del documental argentino para TV,
representado por La Aventura del Hombre e Historias de
la Argentina Secreta
.

El propósito de aclarar esto no es descalificar a
estas realizaciones televisivas, ya que como veremos más
adelante califican perfectamente como documentales, lo importante
es dejar en claro que el documental no es solo un género
televisivo, así como tampoco lo es solo
cinematográfico, ni siquiera se lo puede circunscribir
exclusivamente al ámbito de lo audiovisual, ya que
también existe el documental radial. Para ser
salomónico se lo debería llamar un género
narrativo.

Fernando Pino Solanas dijo una vez que más
que de cine
documental habría que hablar de cine libre debido
no solo a la enorme variedad de temas y formas de tratarlos de
los que dispone el género, sino también a otros
factores de importancia, entre los cuales contaba primero a la
enorme facilidad que existe hoy en día para producir cine
de este tipo, gracias al abismal mejoramiento y abaratamiento de
la tecnología para producir; pero destacaba
aun más, y en parte gracias a lo anterior, como el cine
documental podía hoy más que nunca ser una
herramienta de accionar político, como lo fue el propio
cine de Solanas con La Hora de los Hornos y más
recientemente con Memoria del Saqueo y La Dignidad de
los Nadies
.

Redondeando, el término documental ha sido
sinónimo de filmes de actualidad, antibélicos o
antigubernamentales, cómo así también en pro
de estos temas, de compilación de materiales de
archivo y de
filmes etnográficos, de viajes,
periodísticos, noticiosos, didácticos, de
reality shows, etcétera. Han sido vinculados a
propósitos como la revelación o la
preservación, y con acciones como
persuadir, promover, analizar, interrogar y expresar.

De todo esto se deduce que por más que la
televisión haya cambiado al género casi por
completo, no lo ha bastardeado en sus raíces. Esto se ve
claramente en cómo los documentales de media hora de
Discovery Channel o Animal Planet encajan perfectamente dentro de
estas líneas descritas.

Por ejemplo, y solo considerando una ruta deductiva
bastante evidente, todos esos documentales sobre tiburones que
los muestran como criaturas a respetar pero no a temer, sirven a
un propósito conservacionista, lo que a su vez convierte a
ese documental de media hora en una herramienta de accionar
político.

1.2.2 Según sus características
propias.

Para intentar definir lo que es un documental
quizás el único autor que no puede ser dejado de
lado es John Grierson, cuya frase "Un documental es el
tratamiento creativo, por medios
cinematográficos, de la actualidad" es lo suficientemente
amplia como para abarcar todas las posibilidades que este
género posee.

De esta definición surgen un par de elementos
clave que deberán ser tenidos en cuenta para cualquier
otra consideración que se haga. El primero de estos es la
idea de un tratamiento creativo, es decir que se
está ante un objeto de creación personal, con lo
que el polémico, e imposible, concepto de
objetividad, queda manifiestamente de lado.

Se trata entonces de un relato personal en el que, como
en todos los relatos cinematográficos, la visión
del autor queda plasmada desde el primer fotograma hasta el
último compás de la música de los
créditos.

Pero Grierson cierra su definición aclarando que
toda esta subjetividad, filtrada por el lenguaje
cinematográfico, ha de ser aplicada al tratamiento de la
actualidad, para ampliar un poco quizás se deba cambiar
esta palabra por otra: hechos, ya que los documentales
pueden tratar tanto de personajes como de sucesos presentes,
pasado o incluso futuros.

¿Dónde está entonces el equilibrio en
esta aparente paradoja? Para responder primero hay que entender
que el hecho de ser creativo no significa necesariamente
inventar, todos tienen su propia visión de la realidad, la
cual está sesgada por los conocimientos previos y por las
posibilidades que el entorno brinda de inclinarse en una u otra
dirección.

A la hora de realizar un documental uno se encuentra con
que, a diferencia de lo que sucede en un ficcional, los
personajes que se quieren mostrar existen o han existido
realmente, en más de un caso hasta se los puede tocar,
ellos tienen sus propias formas de pensar y ver el mundo, no son
meros productos de
la imaginación de un guionista.

Por lo tanto, a la hora de contar una historia en un
documental el realizador debe estar muy atento tanto al entorno
como a su mirada interna, para de esta manera ser lo más
fiel posible al personaje y a los hechos que está
contando, sin dejar de lado en ningún momento su
visión personal ni desatender a las necesidades de la
narrativa.

Esta tensión entre el mundo exterior y el mundo
interior del realizador es maravillosamente resumida por el
chileno Patricio Guzmán en esta descripción que hace del documentalista y
su trabajo:
"Hacer un documental significa filmar la puesta en escena que
está dentro de la vida, sabiendo de antemano que la
realidad es otra ilusión, y que no todos los
documentalistas son cazadores de eventos, sino que
también pueden ser poetas que tratan de encontrar hasta
las huellas más ínfimas de la gente en un tiempo y un
espacio reales"

Queda claro en esto que para el documentalista la vida
misma no es más que una gran puesta en escena, armada para
que cada persona sea capaz
de interactuar con las demás en un mundo que de otra
manera resultaría demasiado hostil. Esta actuación
es vista por el realizador a través de una cámara,
herramienta con la que espera descubrir las claves particulares
de cada puesta para poder luego
armarlas como película.

Un buen documentalista es aquel que es capaz no solo de
informar, iluminar o enseñar algo acerca de lo que
está contando, sino también de tocar a sus
espectadores a nivel emocional, y hacer todo esto mientras se
mantiene fiel a los hechos y personajes que lo llevaron a filmar
en primer lugar.

Entonces, hay que concluir con que el documental no es
un reflejo de la realidad, sino una mirada sobre ella, una mirada
interiorizada, una mirada informada, una mirada con
posición tomada al respecto de lo que muestra, una
mirada que, sin importar si se está o no de acuerdo con
ella, vale la pena prestarle atención, ya que frente a un buen
documental uno se encuentra no solo con un discurso
estructurado y coherente, sino también fuertemente fundado
y persuasivo.

Resumiendo, un documental es una pieza creativa
personal, contada desde el punto de vista de su realizador, que
narra hechos protagonizados por personajes que existen fuera del
universo
particular del documentalista y de su película. Esto
podría ser una buena definición de diccionario,
de hecho, y sin ir más lejos, el Film Studies
Dictionary
presenta una definición para el
género casi idéntica, pero apenas uno la termina de
redondear, se encuentra con los problemas.

De acuerdo a lo dicho en el último párrafo, si eso es lo que define a un
documental, filmes como Calígula, Corazón
Valiente, El Santo de la Espada, Iluminados por el Fuego y muchas
otras más, que siguen con mayor o menor fidelidad hechos
históricos, deberían también ser
consideradas documentales.

Es en este momento que el autor Paul Rotha aclara que "a
un documental lo definen no su tema ni su estilo, sino una
aproximación al cine que se distingue por su
propósito diferente de los filmes de ficción" y es
aquí donde se encuentra el último gran escollo que
divide las aguas del documental, separarlo de la ficción,
el otro gran super-género.

Como se explica en párrafos anteriores, el cine
documental puede abarcar prácticamente cualquier tema, los
cuales puede tratar de las más diversas maneras, en esto
no tiene diferencias con la ficción. Por otro lado tampoco
se puede decir que en un documental no se trabaja con
ficción, ya es muy común recrear situaciones
imposibles filmar en la vida real, como por ejemplo una de la
últimas producciones de Discovery Channel que
seguía el día a día de la vida de uno de los
obreros que construyo la Gran Pirámide de Gizeh, en una
gigantesca producción que nada tenía que
envidiar a los grandes ficcionales de Hollywood. Hay incluso un
nuevo término acuñado para definir este cruce entre
los géneros: Docudrama.

Hasta ahora Rotha tiene razón. Se ve que no es en
el tipo de realización ni en las temáticas
abordadas que se puede establecer la diferencia entre estos dos
súper-géneros, de los cuales se desprenden todos
los demás.

¿Se puede entonces definir el género desde
el propósito, como dice este Rotha? Nuevamente uno se
encuentra en un terreno en el que la subjetividad del autor es lo
predominante. Se podría alegar que el realizador de
ficción solo quiere entretener y proporcionar una escape a
su espectador para que durante las dos horas que dure el filme
este se transporte a
otro mundo, mientras que el documentalista busca todo lo
contrario, confrontar a su audiencia con hechos y realidades
diarias, elaborar un discurso manifiestamente político y
movilizar a los que lo vean en una dirección o direcciones
determinadas.

Pero si se lo piensa bien, hay muchos filmes de
ficción que responden a estas características
recién descriptas del documental, he incluso los que no,
de corte más escapista, son siempre portadores de alguna
idea política.

Por ejemplo, y volviendo a Michael Moore, su
película Fahrenheit 9/11 batió records de taquilla
llamando mentiroso y otras cosas peores al presidente de
los Estados Unidos
George W. Bush. Al mismo tiempo, Hollywood comenzó a
producir Blockbusters, como se denomina a los filmes con
alto nivel de acción,
en donde se ensalzaba la figura del soldado y el guerrero, y se
demonizaba al terrorista, casi siempre de origen árabe.
Estas películas en particular suelen tener buenos
resultados en la taquilla, y es de esperarse que sigan siendo
producidas por varios años todavía.

El discurso político está en todas las
realizaciones audiovisuales, ya sea que esté dicho de
frente y sin ambages, u oculto bajo una tenue historia de
heroísmos y luchas entre el bien y el mal, o aun incluso
bajo tramas menos evidentes.

Pero entonces ¿Hay un criterio demarcatorio
válido para definir qué es un documental y
qué no lo es?

En un tiempo se llego incluso a considerar que para que
el documental fuese tal debía seguir el método
científico clásico para su realización.
Jorge Prelorán, cuyas películas son utilizadas como
documentos
para estudios antropológicos y etnográficos en todo
el mundo, reniega de esto, alegando que su cine es altamente
subjetivo.

Hoy en día, en cambio, se
sostiene que el documental ha de tener la visión de su
autor plasmada, que ha de atrapar al espectador en una narrativa
y ha de tocarlo a nivel emocional. Los realizadores son libres de
ensalzar a un personaje o de hundirlo si así le parece y
si esa es su visión del lugar y los personajes.

Claro que a pesar de esta libertad, el
documentalista ha de tener un cuidado especial, y que en esa
visión propia y particular debe incluir también las
influencias derivadas de las
visiones individuales de cada uno de sus personajes, a los cuales
eventualmente tendrá que rendir cuentas, pero sin
dejar de lado su propia forma de ver las cosas.

Llegado a este punto parece pertinente comentar mi
propia experiencia personal como editor de La Comunidad del
Santo
, un documental del realizador puntano José Luis
Rosas sobre la
historia del crucifijo del Cristo de la Quebrada.

A medida que montábamos la película, tanto
el director como yo, en mi papel de montajista, nos fuimos dando
cuenta que a la vez que contábamos la historia de un
pueblo, cada uno de los personajes iba tomando su lugar en la
grilla clásica de personajes del nunca escrito Manual
del Guión
, teníamos al héroe, heredero
de la familia que
había encontrado al Cristo; el antagonista, un
representante de la Iglesia
Católica, quienes se apropiaron del crucifijo en
circunstancias poco claras; la conspiradora, la hija de la
última dueña legítima del Cristo, quien se
dice que lo escondió en su tumba y entregó uno
falso; y así.

De la misma manera nos dimos cuenta de cómo todas
estas historias puestas por separado hacían una gran
historia, la del pueblo, y de cómo esta historia
seguía también la curva argumental clásica:
presentación de personajes y conflicto;
primer punto de giro y aparente resolución, problemas
más graves que surgían y precipitaban el segundo
punto de giro, el cual nos llevaba a la resolución
final.

Cuando terminamos este documental y lo vimos ya con
cierta perspectiva, pudimos decir que estábamos ante una
realización que contaba la historia de la Villa de la
Quebrada a través de las frases de sus propios habitantes,
no obstante lo cual el implacable filtro del realizador se
encontraba allí en cada corte y compás musical,
tomando tanto el director desde su lugar como yo desde el
mío, la historia del lugar como propia, para poder ser
fieles tanto a nosotros mismos como a los personajes de la
película.

En resumen, definir al documental unívocamente es
una tarea prácticamente imposible, son tantos los puntos
de contacto que tiene con los demás géneros y toma
tantos elementos de estos así como también sucede a
la inversa, que trazar un criterio demarcatorio es similar a
dibujar algo sobre el arena de la playa, cualquier marca que se haga
es borrada inmediatamente por la siguiente ola, proveniente del
permanentemente dinámico mar.

Dicho esto, tal vez lo importante no sea tratar de
definir al documental sino más bien entenderlo, aunque
más no sea en cierta medida.

Se puede comenzar por repetir la definición de
diccionario y luego ampliar sobre ella: se trata de un relato
cinematográfico, una narración subjetiva contada
desde el punto de vista del realizador, no obstante lo cual carga
en su seno con incontables elementos de un mundo ajeno al
realizador, organizados e hilvanados por la subjetividad de este.
El documental no intenta en ningún momento disfrazarse de
"objetivo" para
que el espectador "saque sus propias conclusiones", sino que
intenta atraparlo dentro de las reglas de la narrativa
cinematográfica y, a través de los recursos del
lenguaje
audiovisual, persuadirlo de su punto de vista.

Para cerrar, y en caso de que todo lo anterior resulte
demasiado confuso, vale recordar las palabras de Jean-Luc
Goddard, a quien en una de las tantas entrevistas
que dio luego de ganar la Palma de Oro en Cannes
con La Chinoise, un film de factura
primitiva y manifiesto corte político, le preguntaron si
lo que había hecho era un documental o qué; solo
pudo responder con otra pregunta: "¿Qué es un
documental?"

B.1
Bibliografía

BARNOUW, Erick. El Documental – Historia y
Estilo
. Gedisa, Barcelona, 1996

GRIERSON, John. Postulados del
documental por John Grierson
. Texto
publicado en tres artículos entre los años 1939 y
1944.

ROTHA, Paul. Documentary Film. Faber and
Faber. Londres. 1936.

BLANFORD, Steve; KEITH GRANT, Barry; HILLIER, Jim.
Film Studies Dictionary.

Arnold. Londres. 2001

MIRADAS Revista del
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. Edición
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la Escuela Nacional de Experimentación y
Realización Cinematográfica. Número 1.
Buenos Aires.
Mayo de 2003

B.2 Fuentes
digitales

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http://www.caralperu.gob.pe

http://www.adonde.com/historia/05000caral.htm

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http://www.edlp.com/arquitecto.php?id=2744

http://www.infobrasilia.com

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http://en.wikipedia.org/wiki/History_of_London

GENERAL

http://www.unhabitat.org/downloads/docs/2551_58814_overview.doc

 

Manuel Mariano Silva

Partes: 1, 2
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